viernes, 23 de marzo de 2012

Poetas por Machado


100 años de Campos de Castilla. En la tarde noche de ayer y como continuación del Día Mundial de la Poesía, rendimos homenaje a la más grande exaltación de la naturaleza de los campos de las tierras castellanas y la más ferviente denuncia de los problemas sociales y políticos de la España que le tocó vivir a un gran y admirado poeta, Antonio Machado.


Durante la velada y antes de comenzar con la lectura de sus versos, cada uno de los asistentes expresó en voz propia qué había significado acercase a la obra de Machado.


Todos coincidimos en retratar a un poeta profundo, caminante de caminos y campos, cargados de sensibilidad y pureza. Y es que, en definitiva, ese fue Machado.


El poema que siempre encabezó todas las ediciones de Campos de Castilla y que nos gustaría compartir con vosotros, por ser el primero, fue el emblemático “Retrato”. Dice así:

RETRATO
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
— ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
— quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

La noche no quedó ahí. Después de adentrarnos en los últimos días vividos por el poeta y su madre, continuamos con la lectura de excelentes poemas y cuentos de producción propia.

Esperamos que vuelva a repetirse veladas tan fructíferas y sentidas como la de ayer.
Nos vemos el próximo Jueves,
Muchas gracias a todos,
Café Bar Literario La Tercia

No hay comentarios:

Publicar un comentario